Artemisa La Diosa de la Naturaleza :
Dentro de diversas culturas han existido miles de menciones que refieren a una diosa que custodia la naturaleza, siendo estas promotoras de la vegetación y el flujo del agua para que sus dominios prevalezcan y puedan expandirse.
Otras versiones hablan de diosas más afines a los animales y las plantas, sin necesidad de ellas intervenir en su ciclo natural.
Definir cuál es la diosa de la naturaleza definitiva puede ser algo complejo, pero tomamos la referencia de algunas de las mitologías más antiguas del mundo, donde sus diosas han permanecido en veneración durante muchos siglos y que son de las pocas cuyos mitos y leyendas abunda.
Artemisa Diosa de la Naturaleza Griega
Artemisa o Artemis, es una diosa griega vinculada a la naturaleza y la caza.
Fue concebida bajo la junta del dios Zeus con Leto, unión que se dio bajo un amorío a espaldas de la diosa Hera.
Leto quedó encinta; la ira de Hera provocó la orden de enviar a Leto a una isla lejana donde esta daría a luz sola. Impidiendo también la asistencia de su hija Ilitía, diosa de los partos, ante la llegada de los hijos de Leto.
Leto, abandona sufrió mucho dolor, mismo que le ocasionó un retraso de nueve días para dar a luz.
Luego de este tiempo, los dioses al ver el sufrimiento y el calvario por el que atravesaba Leto, tuvieron compasión y con su asistencia le permitieron concebir a su primera hija, Artemisa.
Ella recién nacida, asistió a su madre en el alumbramiento de su hermano mellizo, Apolo.
La familia volvió al olimpo, siendo recibidos gratamente por Zeus.
Los inicios de Artemisa
A la edad de tres años, Artemisa fue con su padre, Zeus, a quien le pidió que este le concediera nueve deseos.
Estos era: ser siempre virgen; poseer múltiples nombres; ser denominada como “Dadora de Luz”.
Poseer un arco y flechas de oro, y una túnica que llegase por encima de las rodillas; contar con sesenta ninfas de océano, todas de nueve años, para que estas la acompañasen en su coro.
Y veinte ninfas como doncellas para su protección; tener el poder de gobernar las montañas y ayudar a las mujeres durante sus dolores de parto.
Todos y cada uno de los deseos fueron concebidos. Artemisa pasó toda su niñez aprendiendo el arte de la caza con el fin de prepararse para residir en los bosques.
Su dominio fue prodigioso, totalmente innato; Artemisa se sentía preparada para bajar al mundo de los hombres con un objetivo claro, proteger la naturaleza.
Se volvió muy recelosa con sus nuevos dominios, demostrando un accionar implacable ante quienes ingresaban en su terreno con objetivos banales o aquellos que pretendían disputarle sus virtudes.
La diosa de la naturaleza más feroz y tenaz de la que se tenga conocimiento.
Mitos y leyendas
Acteón, el cazador
Uno de los mitos más populares que relatan sobre esta maravillosa Artemisa diosa de la naturaleza, es la de Acteón, mismo relato del que en el siglo III y VI a.c, se le atribuyó diversos cuadros que mostraban a Artemisa junto a un ciervo.
Acteón era un tebano que, sin buscarlo, sorprendió a la diosa Artemisa totalmente desnuda mientras esta se bañaba en las aguas de un río; este solo pasaba por casería, pero este acto era imperdonables para la diosa de la naturaleza. A pesar de que las ninfas se apresuraron a cubrirla, ya era demasiado tarde, Acteón presenció todo el esplendo de la diosa.
Artemisa, llena de ira, convirtió a Acteón en un ciervo y llamó a sus propios perros para que estos lo persiguiesen hasta dar con él para devorarlo.
Orión y la diosa sin amor
Se dice que Artemisa tenía de manera muy cercana un compañero de caza; Orión. Durante mucho tiempo ambos permanecían en las profundidades de los bosques cazando y alejando a los viajeros quienes pretendían talar árboles o cazar para fines banales.
Era realmente cercanos; ante esto, Apolo, temiendo que Orión tomase la virginidad de su hermana melliza, realizó un plan con el fin de alejar a Orión. Convenció a Gea, la diosa de la tierra, asegurando que Orión no era más que un cazador soberbio y vanidoso que estaba tras Artemisa con motivos carnales.
Gea, en respuesta, envió un escorpión para que matase a Orión. Él, intentando huir, se lanzó al mar y comenzó a nadar rumbo a una isla cercana. Mientras tanto, Apolo alertó a Artemisa que había ingresado un intruso quien intentó violar a una de sus ninfas y que este se había lanzado al mar para escapar.
Artemisa no podía dejar que tal perpetrador saliera ileso; lo apuntó con una de sus flechas doradas y disparó certeramente. Luego de acercarse, se trataba de Orión; pidió a su padre que lo convirtiese en una constelación para enmendar su error.
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Otra de las diosas de la naturaleza más veneradas en la historia es de origen Romano; se trata de Diana. Es el mismo reflejo que representa Artemisa para la mitología Griega, teniendo solo ligeros cambios en sus relatos como mitos y leyendas.
Esta fue concebida de la misma forma en la que se cuenta el embarazo de Leto, pero esta llamada como Lethero.
Desde su nacimiento sentía un nexo fuertemente entrañado con la naturaleza y los seres que lo habitaban. Menos preciaba a la humanidad y todas aquellas construcciones que despeinaban sus amplios bosques, formando ciudades tóxicas que solo engendraban, en su mayoría, seres banales y corruptos que buscaban de aprovecharse de las riquezas del bosque.
Su culto era desarrollado principalmente en la región de Lacio, así como a su vez en Campania y Etruria.
Uno de los templos más representativos e icónicos de Artemisa la diosa de la naturaleza Diana se encontraba en el corazón de los montes albanos, en Aricia, a cercanías de lago Neomi, el mismo estaba rodeado por un espeso bosque habitado por muchas criaturas que coexistían en armonía; esto gracias a los cuidados de Diana para asegurarse de que la vida en el bosque fuese próspera.
