La Melanomancia es conocida como el estudio de los lunares.
Se utilizaba como método de adivinación en la antigüedad, para intentar predecir el destino de una persona en función a los lunares repartidos por su figura.
Mancia, proviene del griego que quiere decir adivino y melano se refiere a la pigmentación que puede surgir en un determinado lugar del cuerpo, produciendo lunares.
Los practicantes de la Melanomancia insistían en la estrecha relación que existía entre la Luna y el lugar donde estaba ubicado un lunar.
La Luna es un símbolo que se atribuye a las emociones, el inconsciente y el instinto. Asimismo aprovechaban ese vínculo para comunicarse con los dioses y determinar el camino que debía seguir un individuo en su vida.
La adivinación se realizaba en función de distintas características, como podían ser el tamaño, el color, la ubicación, la textura y la forma de un lunar.
Si estaba partido en dos o si había hecho aparición desde el nacimiento o a lo largo de los años. También se tenía en cuenta el sexo de la persona.
Los lunares, más que hablar acerca del destino, pueden revelar rasgos acerca de la personalidad de un individuo.